lunes, 10 de febrero de 2014

El ojos del Salado volcán de goma


“Llegamos a la cumbre del Ojos del Salado. Medimos su altura con un altímetro de la Dirección de Aeronáutica (de Catamarca). Tiene 7.100 metros”. Ese fue el escueto mensaje irradiado, jefe de la expedición Kuntur, perteneciente a la Universidad de San Juan, integrada además por miembros de la Universidad de Catamarca, apoyados por miembros de Gendarmería Nacional. 
 La noticia se difundió por todo el país y el Aconcagua, considerado el “techo de América”, pasó de pronto a segundo plano. Vale la pena aclarar que el Aconcagua, que posee un riquísimo historial desde que el suizo Mathías Zurbrigen lo escaló en solitario en 1897, tenía atribuidos hasta 1957 7 mil metros de altura. Pero metros más o metros menos, nunca nadie le discutió la primacía, salvo… los catamarqueños. Terminemos con el Aconcagua diciendo que su altura real es de 6.959,70 metros (con un error de un par de metros) según las mediciones efectuadas por la Comisión de la Campaña Geodésica de la Universidad Nacional de Buenos Aires, dirigida por el doctor Baglietto en el año 1957. De esta forma el coloso argentino dejó de lucir el privilegio de ser el único “siete mil” fuera del Asia. 

Un precedente catamarqueño 
 Desde los años 1930 los catamarqueños vienen insistiendo que una de sus montañas (por aquellos años no sabían bien su nombre) superaba los 7.000 metros de elevación y por ende, era superior al Aconcagua. Sin embargo un testimonio de aquellos años nos ubicará en otra dimensión del tiempo y del conocimiento. El diario “El Progreso”, de Catamarca, del 11 de agosto de 1937, publicó un artículo con este título: “En Catamarca está el lago más alto del mundo”, y estos subtítulos: “Está también la montaña más alta de la Tierra” y “Resultados de su investigación”. La crónica expresaba: 
 “Parecería una fantasía este anuncio: En la provincia de Catamarca se encuentra el lago más alto del mundo. A 6.400 metros sobre el nivel del mar en el nevado Ojos del Salado, en la cordillera de Tinogasta, existe un lago helado. Sin embargo lo que más sorprenderá a los catamarqueños es conocer que en esta provincia se encuentra la tercera montaña más alta de la Tierra. Ello ha sido un secreto para todos los geógrafos del país. El primero que reveló su altura fue un catamarqueño: el señor Domingo F. Iturralde. Luego ha sido confirmado por la expedición polaca de la cordillera. En efecto, el 16 de diciembre de 1936 publicamos en nuestra primera página este anuncio hecho por el señor Iturralde con antelación del nevado Pissis de la cordillera de los Andes es de 6.850 metros sobre el nivel del mar. Se sirvió para efectuar sus cálculos de un hipsómetro y de un barómetro de compensación. La expedición polaca usó un hipsotermómetro que marcó 6.870 metros… Manifiesta el señor Iturralde que la altura que se debe mantener es la de 6.850 metros, por cuanto ha podido constatar en más de dos mil metros observaciones hipsométricas realizadas en Catamarca la seguridad y exactitud de los aparatos que usa. Después del Everest en el Himalaya, el punto más alto del globo, le sigue el Aconcagua con 7.050 y al nevado Pissis lo tendríamos así en tercer término, con la altura señalada (6.850m) viniendo luego el Mercedario y el Tupungato con alturas menores, como también el Ojos del Salado, nevado también de la cordillera de Catamarca (6.700m). Nos agrega el señor Iturralde que tiene la certidumbre de que uno de los nevados andinos que aún quedan sin explorar supera en altitud supera en altura al Aconcagua, lo que de confirmarse vendría a dar a Catamarca la existencia de la montaña más alta de América y la segunda en el mundo. A simple vista parece dicho nevado inaccesible por todas partes aunque no imposible de encontrar alguna subida. Bien merece la pena hacer conocer a Catamarca en estos aspectos de tanta trascendencia, para lo que piensa el señor Iturralde verificar la ascensión en el verano próximo, y cuyo nombre se mantiene en reserva, mediante una bien preparada expedición”. 
 El artículo anterior merece por cierto una profunda investigación por parte de los historiadores de nuestras montañas, pues la primera ascensión al nevado Pissis, al que la expedición polaca asignó una altura de 6.780 metros, no correspondería a los europeos, sino al señor Domingo F. Iturralde. El ingeniero Stefan Osiecki y el periodista Jan Szczepanski, del Club Alpino Polaco, que lograron la cumbre el 8 de febrero de 1837, nada dicen con respecto a una expedición anterior. El informe de los europeos manifiesta “… por último, al tercer día de la partida del campamento de 5.300 metros, se pudo llegar a la cumbre principal del nevado Pissis, que se eleva a 6.780 metros. Dada la situación aislada y la falta de cerros vecinos de igual altura, esta cumbre ofrece una vista realmente notable que supera en extensión y belleza todo lo que hemos podido ver en la cordillera de los Andes”. 
 El interrogante sobre el señor Iturralde, que a lo mejor posee una campaña que nadie conoce, puede resultar no sólo interesante, sino espectacular. Este hombre dijo que conocía una montaña que “supera en altura al Aconcagua” y del Pissis y fue a parar al Ojos del Salado, que era la carta en la manga de los catamarqueños. Pero la cuestión no es sólo del señor Iturralde. En el número 161 de febrero de 1986 de la revista “Week End”, se publicó un artículo sobre el volcán Socompa, de nuestra provincia, firmado por Horacio Rover. En este artículo “La otra cara del Socompa”, Rover dice: 
 “El cerro Bonete, de 6872 metros; el Pissis, de 6.719; el Llullaillaco, de 6,723 y según la medición de los satélites norteamericanos y soviéticos, la montaña más alta de América: el Ojos del Salado, de 7.088, son los elevadísimos picos que caracterizan a la Puna como la región en donde se encuentran los volcanes más altos del mundo”. Porque el Ojos del Salado y su supuesta altura vuelven a ser noticias de vez en cuando. Por ejemplo, en la década de 1950, cuando los andinistas tucumanos -sin llegar a la cumbre- etiquetaron al volcán catamarqueño con más de 7 mil metros. La expedición chilena del capitán René Gajardo -recibido posteriormente como héroe nacional en su país- también apoyó la cifra de los tucumanos para el nuevo “techo de América”. 
 El Ojos del Salado, que debe su nombre a los muchos ojos de vertientes que vuelcan sus aguas al río Salado, fue expugnado por dos polacos el 26 de febrero de 1937. Pasaron 19 años hasta que apareció por Fiambalá el austríaco Mathias Rebitsch quien, el 2 de febrero de 1956, rescató los testimonios de los polacos. El 6 de febrero de 1956 una expedición chilena conquistó las tres cumbres, aunque su jefe, el capitán René Gajardo, arribó a una secundaria y no a la principal, según consta en su propio informe. Las declaraciones de René Gajardo sobre la altura del Ojos del Salado interesaron a muchos y de manera muy especial al grupo que conforma el American Alpine Journal, de Estados Unidos, una publicación mensual que siempre hizo gala de excelente y confiable material. Ellos organizaron una expedición que arribó a Chile encabezada por el profesor Adams Carter y el geodesta Peter Weaver, quien partió desde Copiapó, efectuando medidas por triangulaciones geodésicas hasta la cima del volcán. Finalmente el profesor Carter determinó una altura de 6.885 metro para el Ojos del Saldo, con un error de más o menos 3 metros. Los caminos y ferrocarriles próximos por el lado chileno facilitaron el trabajo de los estadounidenses. Las conclusiones fueron publicadas en el anuario 1957 del Américan Alpine Journal. En abril de 1956, el Instituto Geográfico Militar de nuestro país fijó en 6.885 metros de altura oficial del cerro que, por otra parte, no difiere de su homólogo chileno. 
 La Asociación Tucumana de Andinismo fue una de las instituciones argentinas que con mayor énfasis volcó sus esfuerzos para el conocimiento de la zona del Ojos del Salado y fueron sus miembros quienes difundieron en 1955 la noticia referida a la existencia de una cumbre de más de 7 mil metros. Finalmente este grupo logró ascender a la cumbre principal el 11 de enero de 1957, por intermedio de Alfredo Bolsi y Wilfred Coppens, renunciando al intento final Jaime Femenías para atender a Raúl Frías Silva, el cuarto integrante de la triunfal expedición, que se encontraba enfermo. Precisamente el malogrado Jaime Femenías (fallecido posteriormente en Concepción, Tucumán, trágicamente al tocar un cable de luz caído tras una tormenta en la vereda de su casa) en un boletín de su club ATA (abril 1958), relató en una bien documentada nota todo el historial del Ojos del Salado dejando en claro que “no obstante la información periodística basada en el informe presentado por el jefe de la expedición a la ATA, en 1955 señalaba que se había realizado la segunda ascensión al cerro y que éste sobrepasaba en altura al Aconcagua. 
 Las observaciones sobre la altura del Ojos del Salado -cálculo de horas de marcha- hacían suponer para éste una altura de 7.100 metros. La ATA en su boletín informativo nº 16 ponía en claro que todo ello no era sino una apreciación personal del jefe de la expedición en base a sus propias experiencias, existiendo entonces otras opiniones al respecto. Esos informes periodísticos cundieron por el país y por el extranjero. En Chile se prepararon expediciones, al igual que en Argentina, Europa y América del Norte”. 
 Otro dato muy importante que aportó Jaime Femenías corresponde al adaptado por la Comisión de Límites que operó en la zona y que trató el litigio planteado en la Puna de Atacama, en la región del paso San Francisco, ratificando los estudios del siglo pasado (1900-2000) de los geólogos alemanes Germán Burmeister y Luis Brackebusch de que el cordón del Ojos del Salado no pertenece a la cordillera de los Andes, sino que se trata de un sistema ubicado el Este, íntegramente en territorio argentino. Sobre el particular Femenías aporta que “en 1951 EE.UU. efectuó un levantamiento aerofotogramétrico para la República de Chile que comprendió la región fronteriza y una parte del territorio argentino limítrofe. En él se ratificaba los 6.800 metros de altitud y en el mapa chileno figuraría con D el nombre de “nevado Ojos del Salado” y su situación correspondería a la señalada por la Comisión de Límites para el cerro letra “E”, en tanto el límite se modificaba siguiendo las altas cumbres y las divisorias de las aguas -según laudo inglés- quedando de esta suerte el Ojos del Salado con 6.880 metros como hilo fronterizo y no dentro del territorio argentino como señalaba en 1896 la comisión argentina-chilena. 
 “Con ello la Argentina perdería unos 100 kilómetros cuadrado pues ahora el vértice es hacia el Sur y ya no hacia el Norte y dentro de ese triángulo se señalan yacimientos de cobres”. 

El Ojos del Salado hoy 
 Mucha tinta corrió en torno a esta montaña que es a la vez el volcán más alto del mundo, tras la incursión de la expedición tucumana de comienzos de 1955 y muchos fueron los que se interesaron por develar el misterio de su altura real. Los polacos en 1937 y el austríaco Mathias Rebitsch en 1956, ratificaron plenamente la cota de 6.880, sumándose a ellos el informe del American Alpine Journal con similar altura y otro trabajo poco conocido del ingeniero Rafael N. Sánchez, profesor de Geodesia Superior y director del Instituto de Geodesia y Topografía de la Universidad Nacional de Tucumán. El ingeniero Sánchez partió con la cota del ferrocarril de Tinogasta (150 kilómetros en línea recta al cerro) y a través de 90 kilómetros de marcha efectuó una nivelación geométrica. “Los vértices trigonométricos elevados eran los cerros Colorado (4.750 m) y Tipas (5.420 m). Ambos puntos sirvieron para ubicar por intersección la posición planimétrica del Ojos del Salado. La cota de esa cumbre dio, por las mediciones de ángulos verticales realizada en el cerro Colorado, 6.898,5 metros y desde el cerro Tipas 6.901,5 metros por lo que el valor adoptado es de 6.900 metros. El error con que se midió el desnivel entre el riel de Tinogasta y la cumbre del Ojos del Salado se estima en 2 metros”, escribió el ingeniero Sánchez. 
 Alguien reflexionó luego del artículo de Rover en “Week End”, cuando el Ojos del Salado pasó a ser -una vez más- la montaña más elevada de América: “¿Y todos los que fueron al Aconcagua por considerar que era el “techo de América”, que pasa con ellos?”. 
 Pese a que por nuestro país el acercamiento a la base del cerro es muy largo -70 kilómetros más o menos- la zona en general presenta grandes atractivos, entre otros conocer Laguna Negra, un espejo natural de agua y que hace pocos años buceó con éxito el salteño Monteros, miembro de una expedición del Instituto Lillo, de Tucumán. Además el Ojos del Salado posee una corte de “seis miles” notable, lo que hace más hechizante su entorno. En la proximidad de la cumbre se encuentra -desde hace un par de años (1985)- un helicóptero que es motivo de atracción de los andinistas que transitan por los casi 6.900 del vértice catamarqueño. 
 El acceso por territorio chileno es mucho más fácil, ya que el refugio Murray está ubicado a 6.200 metros y se llega hasta ahí en vehículo. La ruta en dirección a la cumbre posee una serie de refugios más pequeños, lo que facilita la ascensión. Para los chilenos es la cumbre mayor de su territorio, siguiendo el limítrofe Llullaillaco con 6.739 metros, en orden de prelación. 
 El monopolio que actualmente ejerce el Aconcagua en el panorama andino argentino proseguirá sin duda alguna. Los atractivos de sus diferentes vías hacen de la montaña mendocina un verdadero emporio de montañistas todas las temporadas, pese al empeño de los catamarqueños en mover de su pedestal al “techo de América”. 
 El Ojos del Salado se encuentra ubicado en el departamento de Tinogasta, al noroeste de la provincia de Catamarca, cerca del paso fronterizo San Francisco, ruta nacional 60, que lleva a Chile. La situación geográfica es: latitud 27º 06’ y longitud 68º 32’. Posee tres cumbres: la mayor de 6.885 metros, la central de 6.700 bautizada Walter Penck en homenaje al geólogo alemán que relevó la zona en 1913, y la Norte -más baja- de 6.400 metros. Todas ellas fueron ascendidas en diferentes oportunidades. (El Tribuno, Salta, Argentina, domingo 15 de febrero de 1987)

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Nevado Cachi

Las nueve cumbres del nevado

El miércoles 15 de noviembre de 2000, mi hijo Christian presentó en la Casa de la Cultura de Salta, la segunda edición de su libro El nevado de Cachi. Esta entrega ha sido notablemente mejorada con relación a la anterior, tal como el autor lo expresara en su presentación, intentado con ello que este aporte a la comunidad montañera en especial, sirva de guía permanente. El montañismo salteño careció siempre de publicaciones específicas, tal como lo plantea Christian en su obra. Tras la conquista de las nueve cumbres del macizo, con lo que se consiguió abrir todas sus rutas

  El Nevado de Cachi cuenta con un total de nueve cumbres, de las cuales El Libertador, por ser su vértice, es la más anhelada; también se conocía la Meléndez, en realidad La Hoyada, respetando el topónimo autóctono, que se ve en plenitud desde cualquier lugar del Este y que da la impresión de ser la más elevada de todas. Precisamente sería esta cima, la Meléndez, la que daría origen a la exploración total del macizo, y de esa manera, conocer exhaustivamente al gigante. En abril de 1984 arribó a Salta el bonaerense Jorge González, miembro del Centro Andino Buenos Aires (CABA), precisamente con el propósito de incursionar por el Cachi. Después de la habitual reunión semanal en el Club Amigos de la Montaña y ya en la puerta, Christian se ofreció a acompañarlo pero con la condición de utilizar otra ruta, y de esa manera, se acometió por primera vez la Quebrada de Las Arcas. Se trata de un anfiteatro por el cual, en 1909, incursionó el científico alemán doctor Franz Kühn.


El misterio de la ruta de Kühn aclarado

  No se sabe a ciencia cierta si Kühn buscaba llegar a la cima o efectuar estudios en esas alturas, pero  lo cierto es que no pasó los 5.000 metros. Un día conversando en familia expresé mi disconformidad por no conseguir datos sobre la exploración de Franz Kühn, vale decir, que ruta había transitado a comienzos del siglo XX; fue entonces cuando mi hijo Christian me respondió “¿Franz Kühn?” Se levantó de la mesa y al momento retornó con una bolsita de la cual extrajo varios elementos, de manera especial un pequeño cilindro de carey (el equivalente de antaño al plástico de hogaño) amarillo, que no era otra cosa que un envase de un rollo de película de esos tiempos. Adherido a un costado el nombre de “Franz Kühn”. Además, había encontrado entre los restos de ese campamento del alemán, una pava vieja de aluminio, una caja de fósforos de madera vacía (que en Argentina no era común, pues se usaban los clásicos de cera) y una moneda de cinco centavos del año 1905. Era evidente que Kühn la perdió, o se le cayó. De esa forma y para la historia del nevado, conocía ahora que camino había transitado Kühn, lo que había constituido un verdadero misterio hasta entonces. Se sabía de su incursión solitaria, pero no la ruta transitada. De esa forma Kühn se constituyó en el primer ser contemporáneo en atreverse a desafiar al gigante calchaquí por Las Arcas o Este.

  Retornando a la expedición de 1984, Vitry y González lograron superar la empinada pared y salir a la parte superior del macizo, a los 6.000 metros de altitud más o menos. Ambos prosiguieron y alcanzaron dicha pre cumbre, posteriormente bautizada Arne Hoygaard, en honor a uno de los tres primeros vencedores del nevado en febrero de 1950. Fueron ellos lo que bautizaron a la cumbre principal con el nombre de El Libertador, en homenaje a don José de San Martín en el sesquicentenario de su nacimiento. Los otros vencedores fueron fray Oliverio Pellicelli y el militar Pedro Miguel di Pasquo. Jorge González manifestaba al regreso de ambos que la decisión de Christian de regresar fue oportuna, lo que hablaba del caudal de experiencia acumulada pese a sus 18 años de edad. “No hubiésemos podido descender la pared del anfiteatro con luz suficiente; El Libertador, a la vista nuestra, quedó para otra oportunidad. Llegamos al campamento no con mucha luz, pero con la suficiente para ubicarlo. De ahí es que te digo que la decisión de Christian de regresar, fue sabia y oportuna”.

La ruta seguida por los japoneses

  La ruta de Las Arcas había sido superada y resuelto uno de los primeros problemas para el reconocimiento total del nevado. Christian expone en su libro que la “primera” a la cima Hoygaard la realizaron los japoneses que “habían llegado a una cumbre inferior del nevado”. Una tarde recuerdo que nos encontrábamos entre los restos de la antigua población precolombina de Las Pailas con Antonio Zuleta y Gregorio Barrios que nos había mostrado los canales subterráneos por donde transportaban el agua los pobladores en esos tiempos pretéritos, constituyendo ello una verdadera obra de ingeniería. Además, Barrios, en el fondo de un rectángulo donde sembraba, abrió una zanja de más de un metro de profundidad y descubrió seis canales de riego, separados los mismos de un poco más de un metro y que tenían unos 40 centímetros de diámetro, con cuatro de ellos funcionando perfectamente bien y transportando un interesante caudal de agua cristalina.

  Al colocarnos frente al macizo, Barrios nos dijo que lo que hoy es el Pilar las Pailas, se conocía antiguamente como Tijerón, sin poder aclarar el origen del topónimo. A la izquierda de éste, hacia el sur, entre el Pilar y la Meléndez, nos señaló una ruta y dijo: “De noche veíamos las luces de los japoneses allá, señalando el derrotero seguido por los asiáticos. Este testimonio determinaba con claridad que los japoneses no habían ingresado por la quebrada Las Arcas, accediendo al anfiteatro Kühn y superando a éste, sino por otra senda de la pared. Tal vez la misma utilizada por los del Club Andino Bariloche, Stegman y Boucher, en 1948. Lo que no se sabe, al menos los japoneses no lo relatan en su informe, el haber pasado por la cumbre Meléndez, pues de haberlo hecho, habrían mencionado las famosas lagunas que dan origen al río Cachi,  ubicadas a casi 5.000 metros de altura.

  Barrios había atendido en su casa a  los japoneses, todos universitarios y que a tan enorme distancia entre los dos países, escogieron al Cachi, de Salta, para efectuar una ascensión a la cumbre de ésta montaña. No se les dio, pero al menos lograron dominar la cima que después sería bautizada como Hoygaard. Resultó oportuna la entrevista con Barrios, a quien le enviamos posteriormente unas cinco bolsas de cemento. Con el mismo, él iba a intentar recuperar la verticalidad del menhir caído en las ruinas de Las Pailas, ubicado en lo que parecería ser  un sitio ceremonial. Ignoro si habrá realizado tal trabajo, aunque espero que si no lo hizo, haya ocupado el cemento en su provecho. Digo esto porque la gente de esa zona cuida con atención el fin que se les da a las cosas. De ser así, todo el cemento se habría inutilizado. Barrios falleció a los pocos años, siendo aún un hombre joven. Su familia quedó allí por esos años, pero ignoro que es de ella en la actualidad.

La exploración total del nevado

  Recuerdo que en el club recibimos una carta certificada de unos jóvenes del Club Andino Tucumán con fotografías que, desde la altura donde se encontraban, se apreciaban las famosas lagunas abajo. Además, estaban sentados sobre lo que parecían ser los restos bajos de una pared destruida. Los muchachos querían saber con certeza que cumbre habían ascendido. De la misma manera que se dirigieron a nosotros, lo hicieron al Ejército, Gendarmería, Policía, NOA Geológico, Universidad de Salta y no recuerdo a que institución más. Todas las cartas nos fueron giradas a nosotros y con ellas contábamos con una cantidad considerable de fotos, repetidas por cierto. Recuerdo que comenzamos con las consultas a todos aquellos que habían  intentado el Cachi, pero nadie se daba por enterado, por lo que las consultas resultaron vanas. Quedamos muy mal posicionados con los tucumanos -y el país entero-, los cuales, solo años más tarde se enterarían que cumbre habían conquistado. Ésta, no era otra que la Meléndez y la pared baja formaba parte de un rectángulo precolombino. Los tucumanos se dirigían hacia El Libertador -que era el objetivo-, utilizando la ruta clásica de Las Cuevas-Nivómetro, pero arriba se desviaron a la derecha y al encontrarse completamente perdidos, salieron a la Meléndez, por suerte para todos en general, desde donde lograron orientarse para regresar. Con unos cuantos años de retraso le respondimos, enviándole los certificados correspondientes de este ascenso. No respondieron jamás.

La incorporación de Zuleta. El “viejo Franz”

  Presidí el Club  Amigos de la Montaña desde 1973 (1973-1988) y la reflexión llegó sola: no podemos pasar tanta vergüenza como ésta vez. Hay que hacer algo, conocer lo nuestro, caminar esa enorme montaña. En 1984, se plegó a una expedición a El Libertador, el ahora cacheño Antonio “Portón” Zuleta. El debut de éste en la alta montaña directamente se inició así con muchos auspicios, pues logró la cumbre junto a Christian y desde entonces entre los dos nació una sólida amistad. Zuleta logró la cumbre principal como diez veces y en una oportunidad se quedó allí por tres días y tres noches, protagonizando de esa forma el único caso de supervivencia de Salta y el país. La permanencia Garrido en la cumbre del Aconcagua, todo un récord por cierto, dada su condición de español, deja a nuestro Zuleta con la plusmarca nacional.

  Es interesante destacar que al descender, lo hizo a la oración, pues ya estaba probablemente harto de soledad. Llegó de noche a la pared del anfiteatro Kühn y con los primeros pasos hacia abajo, casi cae al precipicio. Había cometido el error de descender al revés de las reglas, vale decir, mirando hacia abajo. Después del golpe, escuchó una voz que le decía que debía hacerlo mirando a la montaña. Esa voz misteriosa lo acompañó, guiándolo generosamente, hasta la base del anfiteatro donde podía montar la carpa y dormir esa noche; allí desapareció el enigmático y útil compañero, dejándole  un mensaje: Soy el viejo Franz y les digo que la montaña posee muchísimos secretos”.

  ¿Qué nos faltaba para acometer la empresa? Christian contaba con la compañía de Emilio González Turu y ambos formaron una fenomenal pareja dentro de la historia del montañismo salteño, tomando el bastón de la posta que dejaban Jaime Roque Echenique y Edmundo Javier Moretti, que años antes les había tocado en suerte abrir el horizonte montañero local, dejando atrás a las viejas generaciones -que ya habían cumplido sus ciclos abriendo muchas rutas- y señalando el nuevo rumbo a las que llegaban. Christian integró varias veces la misma y se puede destacar como logro principal la cumbre del Galán, un volcán apagado al que se le había asignado la altura de 6.600 metros y que contaba además con una historia arqueológica deslumbrante. Fue del pircón rectangular cimero, de donde el austríaco Matthías Rebitsch extrajo los ídolos de plata que causaron sensación en todo el mundo. Los tres le efectuaron al Galán la primera ascensión íntegramente de argentinos. Para lograr el objetivo debieron caminar 16 días, entre ida y vuelta, regresando plenamente gratificados en todo sentido. Comprobaron, fundamentalmente, que la altura del Galán no era la fijada por el Instituto Geográfico Militar (IGM),  de 6.600 metros, cuando en realidad llegaba casi a los 5.900 metros.

Las conquistas de las restantes prominencias

  Era claro que si se debía dejar al Cachi sin secretos, habría que caminar por todos sus rumbos no solo una, sino muchas veces. La tarea del desafío quedó a cargo de Christian Vitry como líder indiscutido del trío, conformado además por los muy eficientes Emilio González Turu y Antonio Zuleta, apoyados por otros jóvenes, varones y damas, en formación. Creo que caminando las montañas y por todo lo que lograron en ellas Vitry, González Turu y Zuleta escribieron páginas brillantes para el montañismo local. El plan de conquista de las cumbres del nevado quedó establecido de manera tácita: había que bautizar a todas las cimas sin nombre, pero completando las mismas con la mención a los dos otros vencedores del Cachi, fray Oliverio Pellicelli y Pedro Miguel di Pasquo. En muchos casos las conquistas fueron compartidas por otros integrantes del club, entre ellos varias mujeres. En el cuadro relativo a las primeras ascensiones a los picos, figuran los nombres de sus vencedores, los que quedarán allí para siempre. Poco a poco el nevado fue conquistado, a la vez que el macizo iba entregando lentamente algunas partes de sus misterios, hasta permitir que fuera expugnada su última cima. En el resto de las prominencias, se respetaron los topónimos zonales y en el caso del Peñón Blanco, se le puso este nombre quizá como un homenaje al nevado mismo, el “blanco peñón de la soledad”, según la denominación  del macizo en lengua cacana, que hablaban los diaguitas. Es momento de aportar otro nombre, el de Pulares, con el cual también se conocía antiguamente a la inmensa montaña, corriendo esta versión por parte del sacerdote don Pablo Fortuny.

  A la postre su conquista resultó una verdadera epopeya. Ahora podíamos emerger la cabeza, lavar la vergüenza aquella frente a los tucumanos pero, esencialmente, evitar aquello tan remanido de que “nos vengan desde afuera a escribir nuestra propia historia”, como generalmente sucede en muchos casos. En la conquista integral del Cachi, el imponente nevado calchaquí, hubo un propósito contundente, el de no dejarle secreto oculto pero, partiendo siempre desde el sólido principio de que la improvisación no es buena consejera. Al menos, en lo que a cumbres se refiere, el resultado fue altamente satisfactorio. A esto hay que agregar las otras “primeras” obtenidas por el pequeño grupo a lo largo del cordón oriental de los valles calchaquíes. Les queda a ellos, como protagonistas de la empresa, disfrutar de todo el cúmulo de vivencias acumuladas en la tarea que les fue asignada oportunamente. No se crea que la conquista resultó una carrera contra el reloj. Todos nos tomamos el tiempo necesario para hacer realidad el desafío.

Un “comando” con mucha urgencia

  La montaña, cualquiera sea su ubicación geográfica, siempre ha generado en el ser humano la ambición de conquistarla, de hollar con sus zapatos la propia cumbre. Sobre esto hay infinidad de anécdotas en todo el mundo. Salta no es la excepción, por cierto, y si recorremos su historia a través del siglo 20, en especial, encontramos muchos casos, algunos conocidos, otros no.

  Un “seismil” por todos codiciados, es el nevado de Cachi, de 6.380 metros de altitud. Es lo más próximo a la ciudad capital, se llega en el día, hay alojamiento y otros bienestares, en un poblado ubicado al pie del gigante calchaquí, pero a 2.200 metros, que lleva su nombre: Cachi. Se trata de un pueblito en crecimiento como consecuencia de la afluencia de turistas en forma permanente y que para llegar a él, es necesario transitar por la espectacular Cuesta del Obispo, un regalo de la naturaleza para los ojos de los visitantes.

  Los montañistas se encuentran entre sus habituales visitantes; se trata generalmente de pequeños grupos que arriban dispuestos a  conquistar el premio, a cambio del prestigio que les otorga la hazaña en todos los medios. Y en los historiales de los deportistas, con un nevado de Cachi de más de seis mil metros en su haber, enriquece notoriamente el mismo.

  Este caso ocurrió en enero de 1989, con la aparición de un militar -sargento del ejército-, el que irrumpió en el pueblo, después de descender del ómnibus de pasajeros que lo transportó hasta allí, con la imperiosa necesidad de lanzarse inmediatamente a la cumbre. Recogió unas pocas informaciones y sin más trámites, se dirigió a las laderas de la montaña en pos de la cumbre, para lo cual contaba con el tiempo que se había impuesto de tres días, desde Salta capital y vuelta al poblado de Cachi. Todo una hazaña si lo conseguía en el tiempo estipulado. Cuando esa tarde de su llegada lo buscaron por tratarse de un personaje curioso para cierto grupo de gente del pueblo, nadie sabía nada. Había desaparecido.

  Y hay que reconocer a este criollo, su valentía y predisposición indomable, para conseguir su objetivo. Llegó, subió, bajó y desapareció, sin tomar contacto con nadie si había logrado a la cima del nevado. Fue una aparición fantasmal. Pese a la carencia de informaciones sobre de quien se trataba, el panorama no varió para nada: ¿llegó, o no?

  En estos casos solo existe la constancia del tradicional “libro de cumbre” donde todo el que llega allí, debe dejar firmado el testimonio de su ascenso. Para ello había que esperar una próxima expedición, la cual no llevaba la misión el comprobar la conquista del fantasma elusivo, sino cumplir sus propios planes. Y esto merecía más atención que los otros. El grupo, que nada sabía de ese intento solitario, bajó con la novedad de que en el libro de cumbre existía una constancia firmada por un señor “Raúl Santo, Sargento”. Y el tenor del asiento a 6.380 metros expresaba claramente:

  “Siendo las 12,30 horas del lunes 23 de enero de 1989, hice cumbre en este nevado. Mi objetivo era la cumbre a cualquier precio solo en tres días desde Salta hasta acá sólo, sin baqueano, sólo con la ayuda del señor Tolaba quien me guió verbalmente, con todo mi equipo como debe ser un soldado.

  “A esta cumbre la dedico a mis camaradas del RI 20, de Jujuy, y Rimte 28, de Tartagal. Sellé mi destino de “comando” en el Campo del Ejército ll, de Rosario de Santa Fe y a mis compañeros de colegio, a todos ellos un abrazo fuerte. Una vez más un soldado cumple con su misión: Dios, Patria o Muerte. Raúl Santo, Sargento”.

  El desconocido “comando” del Ejército había cumplido fielmente su propósito, un sueño que venía acariciando desde hacía cuanto tiempo. Cualquier ruta en el nevado es larga, pero este Santo “de mi devoción”, tenía como virtud, “su fuerte convicción” para cumplir con lo previsto.

  ¿Qué fue de él?, nadie sabe o conoce nada; sólo el aislado testimonio recogido casualmente por alguien de que él venía “a conquistar la cumbre en tres días”, y cuando bajó al pueblo, evitó todo contacto con otros seres. ¿Una personalidad controvertida?, ¿un amante del silencio?, ¿un ser carente de petulancia?, o quizá, un superdotado. El Sargento Raúl Santo, con su conquista del nevado a marcha forzada, ha impuesto un verdadero récord. Recorriendo toda la historia de todas las ascensiones de la cumbre El Libertador del nevado de Cachi, se podrá encontrar un performance parecida a superior. Raúl Santo llegó en absoluto silencio a Cachi, se fue a la cima, la conquistó, bajó y se fue sin comentar nada. De todas maneras, nadie le creería “su historia”, pero allí, en el libro de cumbre había dejado asentada su verdad. ¿Si fue un superdotado para el montañismo?, ello quedó sellado en el misterio más absoluto. Pero arriba estampó su lema de Dios, Patria o Muerte, y lo  rubricó con su firma.

Roberto G. Vitry
Salta, jueves 04 de enero de 2007

martes, 13 de septiembre de 2011

Conquista del Everest


El 29 de mayo de 1953, a las 11,30 de la mañana, el neocelandés Edmund Hillary y el Sherpa Tenzing Norgay, conquistaron la cumbre del Everest (8.848m), la montaña más elevada del planeta.

El alemán Peter Habeler, izquierda, y Reihnold Messner, derecha, en la cumbre del Everest junto al famoso trípode dejado allí por los chinos. Por muchos años el trípode resultó la prueba irrefutable de la presencia del vencedor del Everest en el vértice más elevado de la tierra.



Todos los catorceochomilistas
  Actualización de los montañistas que han conseguido las 14 montañas más altas de la tierra según datos de Eberhard Jurgalski, de 8000ers.com.
  Vassily Pivstov fue compañero de Maxut Zumayev en los ochomiiles pero necesitó oxígeno suplementario, de emergencia en el Everest, por lo que no se considera un ascenso sin él.


No.
Sin O2
Nombre
País
Periodo
1
1
Reinhold Messner
It
1970-1986
2

Jerzy Kukuczka
Pol
1979-1987
3
2
Erhard Loretan
Sui
1982-1995
4

Carlos Carsolio
Mex
1985-1996
5

Krzysztof Wielicki
Pol
1980-1996
6
3
Juanito Oiarzábal
Esp
1985-1999
7

Sergio Martini
It
1983-2000
8

Young-Seok Park
CoS
1993-2001
9

Hong-Gil Um
CoS
1988-2001
10
4
Alberto Iñurrategui
Esp
1991-2002
11

Wang-Yong Han
CoS
1994-2003
12
5
Edmund Viesturs
EUA
1989-2005
13
6
Silvio Mondinelli
It
1993-2007
14
7
Iván Vallejo
Ec
1997-2008
15
8
Denis Urubko
Kaz
2000-2009
16

Ralf Dumjovits
Al
1990-2009
17
9
Veikka Gustafsson
Fin
1993-2009
18

Andrew Locke
Aust
1993-2009
19
10
Joao García
Port
1993-2010
20

Piotr Pustelnik
Pol
1990-2010
21

Oh Eun Sun *
CoS
1997-2010
22

Edurne Pasaban
Esp
2001-2010
23

Abele Blanc
It
1992-2011
24

Mingma
Nep
2000-2011
25
11
Gerlinde Kaltenbrunner
Aus
1998-2011
26
Vassili Pivtsov **
Kaz
2001-2011
27
12
Maxut Zumayev
Kaz
2001-2011
It= Italia
Pol= Polonia
Sui= Suiza
Mex= México
Esp= España
CoS= Corea del Sur
EUA= Estados Unidos
Ec= Ecuador
Kaz= Kazagistán
Al= Alemania
Fin= Finlandia
Aust= Australia
Port= Portugal
Nep= Nepal
Aus= Austria
(Fuente: MONTAÑISMO y Exploración)