lunes, 10 de febrero de 2014

El ojos del Salado volcán de goma


“Llegamos a la cumbre del Ojos del Salado. Medimos su altura con un altímetro de la Dirección de Aeronáutica (de Catamarca). Tiene 7.100 metros”. Ese fue el escueto mensaje irradiado, jefe de la expedición Kuntur, perteneciente a la Universidad de San Juan, integrada además por miembros de la Universidad de Catamarca, apoyados por miembros de Gendarmería Nacional. 
 La noticia se difundió por todo el país y el Aconcagua, considerado el “techo de América”, pasó de pronto a segundo plano. Vale la pena aclarar que el Aconcagua, que posee un riquísimo historial desde que el suizo Mathías Zurbrigen lo escaló en solitario en 1897, tenía atribuidos hasta 1957 7 mil metros de altura. Pero metros más o metros menos, nunca nadie le discutió la primacía, salvo… los catamarqueños. Terminemos con el Aconcagua diciendo que su altura real es de 6.959,70 metros (con un error de un par de metros) según las mediciones efectuadas por la Comisión de la Campaña Geodésica de la Universidad Nacional de Buenos Aires, dirigida por el doctor Baglietto en el año 1957. De esta forma el coloso argentino dejó de lucir el privilegio de ser el único “siete mil” fuera del Asia. 

Un precedente catamarqueño 
 Desde los años 1930 los catamarqueños vienen insistiendo que una de sus montañas (por aquellos años no sabían bien su nombre) superaba los 7.000 metros de elevación y por ende, era superior al Aconcagua. Sin embargo un testimonio de aquellos años nos ubicará en otra dimensión del tiempo y del conocimiento. El diario “El Progreso”, de Catamarca, del 11 de agosto de 1937, publicó un artículo con este título: “En Catamarca está el lago más alto del mundo”, y estos subtítulos: “Está también la montaña más alta de la Tierra” y “Resultados de su investigación”. La crónica expresaba: 
 “Parecería una fantasía este anuncio: En la provincia de Catamarca se encuentra el lago más alto del mundo. A 6.400 metros sobre el nivel del mar en el nevado Ojos del Salado, en la cordillera de Tinogasta, existe un lago helado. Sin embargo lo que más sorprenderá a los catamarqueños es conocer que en esta provincia se encuentra la tercera montaña más alta de la Tierra. Ello ha sido un secreto para todos los geógrafos del país. El primero que reveló su altura fue un catamarqueño: el señor Domingo F. Iturralde. Luego ha sido confirmado por la expedición polaca de la cordillera. En efecto, el 16 de diciembre de 1936 publicamos en nuestra primera página este anuncio hecho por el señor Iturralde con antelación del nevado Pissis de la cordillera de los Andes es de 6.850 metros sobre el nivel del mar. Se sirvió para efectuar sus cálculos de un hipsómetro y de un barómetro de compensación. La expedición polaca usó un hipsotermómetro que marcó 6.870 metros… Manifiesta el señor Iturralde que la altura que se debe mantener es la de 6.850 metros, por cuanto ha podido constatar en más de dos mil metros observaciones hipsométricas realizadas en Catamarca la seguridad y exactitud de los aparatos que usa. Después del Everest en el Himalaya, el punto más alto del globo, le sigue el Aconcagua con 7.050 y al nevado Pissis lo tendríamos así en tercer término, con la altura señalada (6.850m) viniendo luego el Mercedario y el Tupungato con alturas menores, como también el Ojos del Salado, nevado también de la cordillera de Catamarca (6.700m). Nos agrega el señor Iturralde que tiene la certidumbre de que uno de los nevados andinos que aún quedan sin explorar supera en altitud supera en altura al Aconcagua, lo que de confirmarse vendría a dar a Catamarca la existencia de la montaña más alta de América y la segunda en el mundo. A simple vista parece dicho nevado inaccesible por todas partes aunque no imposible de encontrar alguna subida. Bien merece la pena hacer conocer a Catamarca en estos aspectos de tanta trascendencia, para lo que piensa el señor Iturralde verificar la ascensión en el verano próximo, y cuyo nombre se mantiene en reserva, mediante una bien preparada expedición”. 
 El artículo anterior merece por cierto una profunda investigación por parte de los historiadores de nuestras montañas, pues la primera ascensión al nevado Pissis, al que la expedición polaca asignó una altura de 6.780 metros, no correspondería a los europeos, sino al señor Domingo F. Iturralde. El ingeniero Stefan Osiecki y el periodista Jan Szczepanski, del Club Alpino Polaco, que lograron la cumbre el 8 de febrero de 1837, nada dicen con respecto a una expedición anterior. El informe de los europeos manifiesta “… por último, al tercer día de la partida del campamento de 5.300 metros, se pudo llegar a la cumbre principal del nevado Pissis, que se eleva a 6.780 metros. Dada la situación aislada y la falta de cerros vecinos de igual altura, esta cumbre ofrece una vista realmente notable que supera en extensión y belleza todo lo que hemos podido ver en la cordillera de los Andes”. 
 El interrogante sobre el señor Iturralde, que a lo mejor posee una campaña que nadie conoce, puede resultar no sólo interesante, sino espectacular. Este hombre dijo que conocía una montaña que “supera en altura al Aconcagua” y del Pissis y fue a parar al Ojos del Salado, que era la carta en la manga de los catamarqueños. Pero la cuestión no es sólo del señor Iturralde. En el número 161 de febrero de 1986 de la revista “Week End”, se publicó un artículo sobre el volcán Socompa, de nuestra provincia, firmado por Horacio Rover. En este artículo “La otra cara del Socompa”, Rover dice: 
 “El cerro Bonete, de 6872 metros; el Pissis, de 6.719; el Llullaillaco, de 6,723 y según la medición de los satélites norteamericanos y soviéticos, la montaña más alta de América: el Ojos del Salado, de 7.088, son los elevadísimos picos que caracterizan a la Puna como la región en donde se encuentran los volcanes más altos del mundo”. Porque el Ojos del Salado y su supuesta altura vuelven a ser noticias de vez en cuando. Por ejemplo, en la década de 1950, cuando los andinistas tucumanos -sin llegar a la cumbre- etiquetaron al volcán catamarqueño con más de 7 mil metros. La expedición chilena del capitán René Gajardo -recibido posteriormente como héroe nacional en su país- también apoyó la cifra de los tucumanos para el nuevo “techo de América”. 
 El Ojos del Salado, que debe su nombre a los muchos ojos de vertientes que vuelcan sus aguas al río Salado, fue expugnado por dos polacos el 26 de febrero de 1937. Pasaron 19 años hasta que apareció por Fiambalá el austríaco Mathias Rebitsch quien, el 2 de febrero de 1956, rescató los testimonios de los polacos. El 6 de febrero de 1956 una expedición chilena conquistó las tres cumbres, aunque su jefe, el capitán René Gajardo, arribó a una secundaria y no a la principal, según consta en su propio informe. Las declaraciones de René Gajardo sobre la altura del Ojos del Salado interesaron a muchos y de manera muy especial al grupo que conforma el American Alpine Journal, de Estados Unidos, una publicación mensual que siempre hizo gala de excelente y confiable material. Ellos organizaron una expedición que arribó a Chile encabezada por el profesor Adams Carter y el geodesta Peter Weaver, quien partió desde Copiapó, efectuando medidas por triangulaciones geodésicas hasta la cima del volcán. Finalmente el profesor Carter determinó una altura de 6.885 metro para el Ojos del Saldo, con un error de más o menos 3 metros. Los caminos y ferrocarriles próximos por el lado chileno facilitaron el trabajo de los estadounidenses. Las conclusiones fueron publicadas en el anuario 1957 del Américan Alpine Journal. En abril de 1956, el Instituto Geográfico Militar de nuestro país fijó en 6.885 metros de altura oficial del cerro que, por otra parte, no difiere de su homólogo chileno. 
 La Asociación Tucumana de Andinismo fue una de las instituciones argentinas que con mayor énfasis volcó sus esfuerzos para el conocimiento de la zona del Ojos del Salado y fueron sus miembros quienes difundieron en 1955 la noticia referida a la existencia de una cumbre de más de 7 mil metros. Finalmente este grupo logró ascender a la cumbre principal el 11 de enero de 1957, por intermedio de Alfredo Bolsi y Wilfred Coppens, renunciando al intento final Jaime Femenías para atender a Raúl Frías Silva, el cuarto integrante de la triunfal expedición, que se encontraba enfermo. Precisamente el malogrado Jaime Femenías (fallecido posteriormente en Concepción, Tucumán, trágicamente al tocar un cable de luz caído tras una tormenta en la vereda de su casa) en un boletín de su club ATA (abril 1958), relató en una bien documentada nota todo el historial del Ojos del Salado dejando en claro que “no obstante la información periodística basada en el informe presentado por el jefe de la expedición a la ATA, en 1955 señalaba que se había realizado la segunda ascensión al cerro y que éste sobrepasaba en altura al Aconcagua. 
 Las observaciones sobre la altura del Ojos del Salado -cálculo de horas de marcha- hacían suponer para éste una altura de 7.100 metros. La ATA en su boletín informativo nº 16 ponía en claro que todo ello no era sino una apreciación personal del jefe de la expedición en base a sus propias experiencias, existiendo entonces otras opiniones al respecto. Esos informes periodísticos cundieron por el país y por el extranjero. En Chile se prepararon expediciones, al igual que en Argentina, Europa y América del Norte”. 
 Otro dato muy importante que aportó Jaime Femenías corresponde al adaptado por la Comisión de Límites que operó en la zona y que trató el litigio planteado en la Puna de Atacama, en la región del paso San Francisco, ratificando los estudios del siglo pasado (1900-2000) de los geólogos alemanes Germán Burmeister y Luis Brackebusch de que el cordón del Ojos del Salado no pertenece a la cordillera de los Andes, sino que se trata de un sistema ubicado el Este, íntegramente en territorio argentino. Sobre el particular Femenías aporta que “en 1951 EE.UU. efectuó un levantamiento aerofotogramétrico para la República de Chile que comprendió la región fronteriza y una parte del territorio argentino limítrofe. En él se ratificaba los 6.800 metros de altitud y en el mapa chileno figuraría con D el nombre de “nevado Ojos del Salado” y su situación correspondería a la señalada por la Comisión de Límites para el cerro letra “E”, en tanto el límite se modificaba siguiendo las altas cumbres y las divisorias de las aguas -según laudo inglés- quedando de esta suerte el Ojos del Salado con 6.880 metros como hilo fronterizo y no dentro del territorio argentino como señalaba en 1896 la comisión argentina-chilena. 
 “Con ello la Argentina perdería unos 100 kilómetros cuadrado pues ahora el vértice es hacia el Sur y ya no hacia el Norte y dentro de ese triángulo se señalan yacimientos de cobres”. 

El Ojos del Salado hoy 
 Mucha tinta corrió en torno a esta montaña que es a la vez el volcán más alto del mundo, tras la incursión de la expedición tucumana de comienzos de 1955 y muchos fueron los que se interesaron por develar el misterio de su altura real. Los polacos en 1937 y el austríaco Mathias Rebitsch en 1956, ratificaron plenamente la cota de 6.880, sumándose a ellos el informe del American Alpine Journal con similar altura y otro trabajo poco conocido del ingeniero Rafael N. Sánchez, profesor de Geodesia Superior y director del Instituto de Geodesia y Topografía de la Universidad Nacional de Tucumán. El ingeniero Sánchez partió con la cota del ferrocarril de Tinogasta (150 kilómetros en línea recta al cerro) y a través de 90 kilómetros de marcha efectuó una nivelación geométrica. “Los vértices trigonométricos elevados eran los cerros Colorado (4.750 m) y Tipas (5.420 m). Ambos puntos sirvieron para ubicar por intersección la posición planimétrica del Ojos del Salado. La cota de esa cumbre dio, por las mediciones de ángulos verticales realizada en el cerro Colorado, 6.898,5 metros y desde el cerro Tipas 6.901,5 metros por lo que el valor adoptado es de 6.900 metros. El error con que se midió el desnivel entre el riel de Tinogasta y la cumbre del Ojos del Salado se estima en 2 metros”, escribió el ingeniero Sánchez. 
 Alguien reflexionó luego del artículo de Rover en “Week End”, cuando el Ojos del Salado pasó a ser -una vez más- la montaña más elevada de América: “¿Y todos los que fueron al Aconcagua por considerar que era el “techo de América”, que pasa con ellos?”. 
 Pese a que por nuestro país el acercamiento a la base del cerro es muy largo -70 kilómetros más o menos- la zona en general presenta grandes atractivos, entre otros conocer Laguna Negra, un espejo natural de agua y que hace pocos años buceó con éxito el salteño Monteros, miembro de una expedición del Instituto Lillo, de Tucumán. Además el Ojos del Salado posee una corte de “seis miles” notable, lo que hace más hechizante su entorno. En la proximidad de la cumbre se encuentra -desde hace un par de años (1985)- un helicóptero que es motivo de atracción de los andinistas que transitan por los casi 6.900 del vértice catamarqueño. 
 El acceso por territorio chileno es mucho más fácil, ya que el refugio Murray está ubicado a 6.200 metros y se llega hasta ahí en vehículo. La ruta en dirección a la cumbre posee una serie de refugios más pequeños, lo que facilita la ascensión. Para los chilenos es la cumbre mayor de su territorio, siguiendo el limítrofe Llullaillaco con 6.739 metros, en orden de prelación. 
 El monopolio que actualmente ejerce el Aconcagua en el panorama andino argentino proseguirá sin duda alguna. Los atractivos de sus diferentes vías hacen de la montaña mendocina un verdadero emporio de montañistas todas las temporadas, pese al empeño de los catamarqueños en mover de su pedestal al “techo de América”. 
 El Ojos del Salado se encuentra ubicado en el departamento de Tinogasta, al noroeste de la provincia de Catamarca, cerca del paso fronterizo San Francisco, ruta nacional 60, que lleva a Chile. La situación geográfica es: latitud 27º 06’ y longitud 68º 32’. Posee tres cumbres: la mayor de 6.885 metros, la central de 6.700 bautizada Walter Penck en homenaje al geólogo alemán que relevó la zona en 1913, y la Norte -más baja- de 6.400 metros. Todas ellas fueron ascendidas en diferentes oportunidades. (El Tribuno, Salta, Argentina, domingo 15 de febrero de 1987)